Las ya famosas "Cuervas literarias" nacieron en Barrax en la noche agosteña del 17 de 1968, día de San Roquillo y tercero en sus fiestas patronales.

Fue en una reunión de amigos en confraternidad de pueblos, entrañablemente unidos por vínculos familiares, sociales, comerciales, etc.. Eran sus pretensiones hacer una lírica ofrenda al molino y al azafrán -símbolos incorporados a la Heráldica por Barrax en su flamante escudo-, y de paso a la llanura manchega, a la belleza de sus mujeres y al ambiente rural que rezuman estos contornos.

A la pareja de barrajeños iniciadores -el entonces alcalde- Eugenio Fernández Cuenca y Francisco Gonzalez Bermudez, se sumaron Felipe Navarro, Jiménez Carretero, Eugenio Ibáñez, Pepe Albaladejo, Benjamín Palencia, Isabel Montejano, Carmen Quintanilla, Alonso Andrés, Eugenio González, Julián Garcia ...  y así fueron creciendo de año en año y se incorporaron: Andujar, de la Hoz, Carbonell, Preciado, Roque, León Cuenca, García Solana, Ismael, Castejón, Joaquina, Terrín, Duro del Hoyo, Laserna, Cortijo y un progresivo suma y sigue.

Y fueron aquellos incipientes brindis azucarados de poesía, vino y melocotón, la levadura que ha dado impulso a otras veladas menos improvisadas y con mayor comodidad, quizá, pero que siempre nos ha hecho añorar el delicioso marco y ambiente de aquella inicial, casi en penumbra, iluminados apenas por las luces de un tractor, una clara luna y el brillo de las estrellas. Así quedó grabada aquella inolvidable panorámica en las retinas de cuantos ascendieron a la colina y saborearon la cuerva y los versos que rezumaron de su proyectada intimidad.